
Lorca escribió que “el español que no ha estado América no sabe lo que es España”. El recuerdo español en América tiene su huella en el fútbol. Los países más importantes del continente albergan a clubes más o menos señeros en su respectivas ligas pero que conservan con orgullo sus raíces.
En la segunda división uruguaya milita el histórico Central Español. Equipo que nació en Montevideo en 1905 de una forma curiosa. Disputaron un choque los vecinos conjuntos–junto al cementerio de la zona de Palermo- de Central y Solís antes de fusionarse. Como ganaron los primeros (2-0) conservaron su nombre. Compiten en su vetusto y modesto (unas siete mil almas caben) campo de Parque Palermo y el apellido “Español” se lo pusieron en 1970, cuando el Instituto de Inmigraciones de España se interesó en tener un equipo representativo en Uruguay. Su mayor gesta la protagonizó en 1984 cuando, de manera inesperada y recién ascendido de Segunda, conquistó su único título nacionl merced a la gran labor de su técnico Líber Arispe.

Mucho más exitosa es la historia de la Unión Española chilena. Fundada por compatriotas en 1897 de la fusión entre el Ciclista Ibérico y el Ibérico Balompié (nombres más castizos, imposibles) es una de las escuadras señeras del fútbol en ese país. La Guerra Civil provocó disensiones y estuvo a punto de acabar con el club, pero poco después de su conclusión –en el 43- logró el primero de los siete entorchados nacionales que posee. Leyenda de los Hispanos –así se les llama en Chile- fue el zaguero vasco Juan Legarreta, quien después de ganar la Copa con el Real Unión en el 18 hizo las Américas con éxito, llegando a ser internacional por el país andino en sendos amistosos frente a Argentina. Por cierto, en sus orígenes el Unión Española tuvo una sección de pelota vasca. El gran derbi de esta entidad lo juegan desde los años 20 contra el Audax Italiano. Se le llama el clásico de las colonias.

En el 56 fue cuando se fundó el principal equipo “español” en Argentina. El Club Deportivo Español de Buenos Aires, aunque ha militado quince años en la élite del fútbol de su país, actualmente pena en lo que correspondería a Tercera división. Su germen fue un torneo de amistad entre miembros de la colonia española en aquella ciudad llamado “2 de mayo” y su primera sede fue –ojo cordobeses- el bar Mezquita de la ciudad bonaerense. En su estadio “Nueva España” –inaugurado en el 81 en un partido ante el Deportivo de la Coruña- disputan el encendido clásico de las colectividades contra el Club Sportivo Italiano. Después de unos años muy grises, el ascenso del año pasado ha aclarado un poco el panorama de los aficionados “gallegos”. En estos momentos, la Fundación del Atlético de Madrid colabora para implantar una Escuela de Tecnificación que mejore la cantera de la entidad.
No podían faltar en este repaso a la influencia estatal en el fútbol americano dos

entidades inspiradas directamente en los dos clubes más conocidos de nuestra Liga: Barça y Madrid. En el barrio del Astillero de Guayaquil nació en 1925 el Sporting Club Barcelona. El que la reunión en la que se firmara su creación tuviera lugar en la casa del catalán Eutimio Pérez y el reconocimiento al apoyo que tuvo de la colonia de esa región en Ecuador fueron claves para que se bautizara con ese nombre. No sólo eso: su escudo es un calco del de los culés. Es el conjunto más laureado de Ecuador (catorce títulos y dos finales de Libertadores) y su gran rivalidad es con Emelec (el clásico del Astillero). Dos curiosidades más: en 2009 entrenó a este Barcelona Benito Floro, con poca fortuna, y antes –en el 97- su presidente fue el mismísimo presidente de la República ecuatoriana: Abdalá Bucaram, a quien apodan “el Loco”.

El Madrid también tiene su socias en América, pero en la del Norte. En 2004 Dave Checketts, empresario mormón enamorado del fútbol, decidió crear en la capital de su estado (Utah), Salt Lake City, un equipo para copar una de las plazas generadas por la ampliación de la MLS. Como amante del Real Madrid no dudó en ponerse en contacto con el club blanco, que aceptó gustoso la idea hasta el punto de firmar un acuerdo de colaboración por diez años en 2006. Se llama Real, viste con los colores de la selección y fue el primer club norteamericano en llegar a la final de la Liga de Campeones de la CONCACAF.