Mi crónica: Desde el dolor (1-2)

Dicen que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento no. Dicen que los besos más deseados son los que nunca se darán. Dicen.

Los aficionados al Córdoba vivimos sumidos en el dolor. En el pesar. En una aflicción que no conoce merma con el paso de las jornadas, sino que se va convirtiendo en grima.

Ante el Getafe no quedaba otra que ganar. Era una premisa fundamental para seguir soñando. Y se perdió. Ya con eso sería bastante como para el reconcomio. Pero es que la forma de perder osciló entre lo dantesco y lo cruel. A medio camino entre Bukowski y Kafka… y un bolero mal interpretado.

20150309_194351La primera parte fue intensa, desordenada. Buscaban ambos equipos el gol con más corazón que juego dejando espacios atrás que favorecían el espectáculo. La idea de Djukic era audaz pero funcionaba. Fede Vico –el mejor- era un puñal por la banda, auspiciándose en que Zuculini se incrustaba atrás en los ataques y Crespo quedaba como lateral zurdo. Precisamente el sevillano provocó un penalti que no vio el colegiado y fue el otro lateral, Campabadal, quien tuvo en su bota izquierda la mejor oportunidad del periodo con un lanzamiento que desvió Guaita.

Tras el descanso, el cambio clave: un revolucionado Cartabia –pudo haber sido expulsado- dejó su lugar al pundonoroso Florin Andone (debería jugar por Decreto Ley). Su presencia en el área rival intimidó a los centrales rivales, porque era capaz de luchar todos los balones divididos y peinar casi cada melón que le lanzaban. Un rato después entró en juego Fidel –incomprensible que este futbolista haya tenido tan pocos minutos en este grupo-. Fue precisamente una combinación entre Fidel y Florin la que propició el 1-0. Un gran pase del primero y la habitual lucha y fuerza del segundo acabaron con el balón empotrado en la portería de fondo sur. Delirio. Celebración gozosa. Imagen de grupo.

El Getafe parecía no tener respuesta, aunque su técnico Pablo Franco quemara todos sus cartuchos con Hinestroza primero y Babá después.

Y llegó el minuto 87. Una acción desde la derecha culmina con un centro que de modo inverosímil –de espuela y de espaldas al arco- envía Fede Vico sin querer a su propia portería. Es impensable que el fútbol pudiera ser más injusto, retratando a probablemente el jugador más implicado y, desde luego ante el Getafe el más acertado.

Hecatombe que nadie pensaba que pudiera ser peor. Y lo fue. Porque en un saque de esquina y mientras ya desfilaba el público por las gradas de El Arcángel, Sarabia la puso medida para que Juan Rodríguez desvelara de nuevo el lamentable entramado defensivo que ofrece el Córdoba a balón parado. Esta fue la de siempre, la de cada tarde.

El final fue grotesco. Pitos, insultos, reproches y un jugador, Ghilas, fuera de sí encarándose con un aficionado en la grada (ojalá hubiera empleado esa fuera fajándose con los defensas rivales o apuntando mejor).

La permanencia es ya una quimera. Este equipo está tocado por una infausta vara que hace que lo poco que hace bien no le sirva de nada. ¿Qué queda? Dignidad y honor. Si hay que caer, que sea con las botas puestas. El nombre ha de pesar mucho.

JUGARON

POR EL CÓRDOBA: Saizar; Campabadal, Crespo, Íñigo López, Fede Vico; Zuculini, Ekeng, Fede Cartabia (Florin Andone, 57’), Borja (Rossi, 81’); Bebé (Fidel, 72’) y Ghilas.

POR EL GETAFE: Guaita; Alexis, Velázquez (Babá, 85’), Naldo, Escudero; Lacen (Yoda, 81’), Juan Rodríguez; Diego Castro, Sarabia, Pedro León (Hinestroza, 70’); Álvaro Vázquez

ÁRBITRO: Álvarez Izquierdo (Catalán) Amarillas a Fede Cartabia (20’), Florin (73’), Alexis (84’), Alexis (63’) y Naldo (84’)

MARCARON: 1-0: Florin Andone, 76’; 1-1: Fede Vico (p.p.), 87’; 1-2: Juan Rodríguez, 91’

17120 espectadores en El Arcángel.

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