Mi crónica: Jugaron tan bien…que empataron (1-1)

Escribió el periodista Roberto Arlt en su cuentecito “Noche terrible” que la única ventaja que reporta una naturaleza sensible es “demostrarnos que somos suficientemente fuertes para dominarla”. Viene a cuento esto del empate a uno de hoy ante el Huesca. Del absurdo debate sobre si es mejor el toqueteo de balón o la contundencia y, de paso, de la imperiosa necesidad de encontrar un método válido para encontrar el camino.

20151115_180533A ver, el Córdoba jugó tan bien que no ganó. Dominó el encuentro de cabo a rabo, generó oportunidades –tampoco una cantidad desproporcionada para la posesión que acaparó- y no parecía sufrir ante un rival perdido y amedrentado.

Hubo novedades obligadas (hasta cinco entre los once de inicio). De Tomás y Nando, dos de los sustitutos, tuvieron una entrada en el partido voluntariosa. También Víctor Pérez (merecerá un capítulo especial lo del manchego). Falcón, otro cambio, en la primera que tocó demostró su extraño nerviosismo. Ante el empuje inicial cordobesista, el Huesca se atrincheraba –apenas tres goles había  encajado hasta ayer como visitante– con la lección aprendida. El Córdoba disparó una al poste –Víctor Pérez- en una acción bien hilvanada que salvó primero Leo Franco tras disparo de De Tomás.

Al descanso, a pesar de la excelsa demostración de juego fluido y ofensivo, 0-0. Era un aviso. Tras la reanudación, Franco dejó su puesto a Whalley por lesión. Todo se iba poniendo más de cara a los de Oltra. Más cuando Fidel zigzagueó con ímpetu, calidad y fe entre el costado izquierdo de la defensa altoaragonesa y superó al portero rival con sangre fría.

El gol no supuso un cambio. Ninguno. Era extraño. El Córdoba dormía con aparente criterio el partido mientras que el Huesca apenas inquietaba. Los cambios mejoraron a los de fuera y empeoraron a los de casa. José Gaspar y Luis Fernández aportaron mucho más que los ayer intrascendentes López Silva, Arturo y Pineda. Sin embargo, el gol del empate no fue culpa de ninguno de ellos.

Porque el empate hay que endosárselo en el debe de Víctor Pérez, que perdió un balón absurdo en el minuto 85 que fue a parar al único jugador del Huesca que parecía capaz de marcar. Machís aprovechó el regalo y se marcó una gran jugada con formidable disparo –chut, no obstante, ante el que tal vez podría haber reaccionado más rápido Falcón-. Así que si hubiera que elegir entre el aparente mal momento de Markovic y la irrupción de Víctor Pérez habría que apuntarle en el haber del serbio que cuando juega mal es capaz de regalar pases de gol y que el manchego jugando bien resulta, finalmente, entre intrascendente y negativo para los intereses del colectivo.

En suma, que sumamos uno en lugar de tres y que, líderes o no, es preciso comprender de una vez que la necesidad de sumar está muy por encima de la estética y de esa extrema sensibilidad humana de la que hablaba Arlt al principio.

JUGARON

POR EL CÓRDOBA: Falcón; Stankevicius, Rodas, Deivid, Cisma; Nando (López Silva, 70’), Víctor Pérez, Luso Delgado, Fidel; Raúl de Tomás (Pineda, 61’) y Xisco (Arturo, 74’).

POR LA S.D. HUESCA: Leo Franco (Whalley, 45’); Ramírez, Carlos David, Íñigo López, Morillas; Manolo, Fran Mérida; Saiz (Gaspar, 71’), Camacho, Machís; Moya (Luis Fernández, 60’).

ÁRBITRO: Medie Jiménez (colegio catalán). Amonestó con amarilla a los locales: De Tomás (30’), Fidel (50’) |visitantes: Ramírez (15’ y 92’), Manolo (26’), Íñigo López (46’), Fran Mérida (77’).

GOLES: 1-0: Fidel (52’), 1-1: Machís (86’).

ESTADIO: El Arcángel, 15240 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por los atentados producidos en París.

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