Dicen que cuando colgó los guantes y se dedicó a comentar encuentros por la radio su frase favorita era «No es posible». Supe de la existencia de Jaime Gómez Munguía por el Manual de fútbol de Juan Tallón.
A Jaime Gómez le apodaron «Tubo» cuando jugaba al voley por la manera en la que golpeaba la pelota. Llegó a conquistar el oro en los centroamericanos del cincuenta antes de pasarse al fútbol. Simultaneaba el voley con el baloncesto, de ahí -imagino- su pasión por usar las manos en lugar de los pies.
Una vez mi abuelo me contó que vio a un portero -¿tal vez Zamora?- subido en un larguero ante la falta de trabajo. No sé en qué partido lo hizo, pero sí está documentado lo que hizo Tubo Gómez y no precisamente en un amistoso.
Gómez fichó por el C.D. Guadalajara, las populares Chivas Rayadas, cuyo mayor enemigo deportivo es el Atlas, también de la capital del estado de Jalisco. Ambos equipos disputan lo que se conoce como el Clásico Tapatío, el más antiguo de México.

Pues bien, en 1955 el Guadalajara-Atlas se resolvió en apenas 16 minutos. A esas alturas las Chivas ya ganaban 4-0, lo que no impedía que los aficionados de Atlas le estuvieran dedicando toda clase de insultos a Tubo Gómez. El meta, confiado y tranquilo por el abrumador dominio de sus compañeros, encontró un aliado en la grada que estaba leyendo un cómic del célebre en aquellas tierras Memín Pingüin y le pidió la publicación. Acto seguido se sentó apoyándose en uno de los postes de su portería, abrió el cómic y se puso a leer. No cabe mayor y más elegante acto de choteo ante el eterno rival.
Luego explicó que «tan pronto me tomaron la fotografía para los periódicos, me levanté rápidamente y les hice el ademán a los catrines de sombra numerada del Atlas, que estaban servidos. La bronca no se hizo esperar entre las Margaras y quisieron matarme, como luego me lo confesaron después algunos amigos rojinegros».

El árbitro reprendió por su actitud al descanso a Tubo y le advirtió que sería expulsado si reincidía. El encuentro acabó 5-0, por lo que Gómez quedó incólume. Se dice que el odio de Tubo por el Atlas proviene de que antes de recalar en el club de su vida probó en su eterno rival y éste le rechazó.
La historia todavía irrita a los seguidores atlistas, pero Tubo Gómez nunca se arrepintió. De hecho, en 2007 incluso se gustó con un pareado cuando le preguntaron por el tema: «En clásico memorable/ reyeron tener festín/ más tiempo tuvo su padre/ de leer hasta el Pepín».
Paradojas de la vida, el propio Tubo Gómez fue coprotagonista en una historieta de cómic llamada «El Pirata Negro» en la que el delantero Luis de la Fuente -tal era su apodo- se convertía en detectiva y pelotero en la imaginación del dibujante Joaquín Cervantes.
Gómez, que falleció en 2008, se convirtió en una leyenda en el conocido como el equipo Campeonísimo del Guadalajara que dominó el fútbol mexicano a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, pero nunca pudo disputar un minuto en un Mundial (fue incluido en las selecciones del 58 y 62), porque el arco de la Tri era propiedad de La Tota Carbajal (uno de los pocos jugadores que ha disputado cinco mundiales).
No se conoce que cuando ocupara su puesto en el banco le diera por echar un vistazo a algún periódico.
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Jaime_G%C3%B3mez