No hace tanto, el mismo Club Deportivo Tenerife que visitará el domingo El Arcángel en partido de Segunda era un referente internacional de un tipo de fútbol desenfadado, vistoso y efectivo. El sello de quien fuera su técnico y vate, Jorge Valdano, y la aplicación de un puñado de peloteros extraordinarios (Redondo, Dertycia, Pizzi, Chano, Chemo del Solar…) gestaron la mejor época de un club que llegó a unas semis de Copa y a otras de UEFA en una década extraordinaria (todos los años noventa los vivió en Primera).
Pero… ¿cómo y cuándo nació ese gran Eurotete? En junio 1986, el equipo acababa de descender a Segunda B después de un año horrible. Justo en ese momento accede a la presidencia Javier Pérez, asumiendo la deuda de 320 millones. En una reunión en el Hotel Mencey de Santa Cruz deciden darle las riendas del proyecto de retorno a Martín Marrero y más tarde fichan a Rommel Fernández después de verle en un Mundialito de la Emigración en el que participó con Panamá a pesar de no tener ninguna ascendencia española. El gran ariete, por cierto, tuvo que aguantar un año jugando en Preferente porque en Segunda B no podían actuar extranjeros.
El Tenerife sube arrasando a Segunda tras permanecer 27 partidos invicto y aguantó en la 87-88 en Segunda a pesar de haber tenido que cambiar de técnico dos veces (a Marrero lo sustituyó Justo Gilberto y a éste Alzate).
En el verano del 88 le dan las riendas del equipo a Benito Joanet. Aquel Tenerife no era un claro aspirante al ascenso, pero tras un comienzo titubeante comienza a encadenar triunfos que le convierten en un poderoso outsider, especialmente valioso el 3-1 a su eterno rival, Las Palmas. En ese grupo sobresale la agilidad del uruguayo Belza en la portería, la contundencia de Nino Lema en la zaga, el golpeo de balón del brasileño Guina y la efectividad de Rommel. En enero llegó el centrocampista marroquí El Ghareff, que resultó determinante por su velocidad en el tramo final de la competición.

A falta de cuatro jornadas para el final lo tenían todo a favor para subir directamente, pero acabaron en la promoción por culpa de una derrota ante el Real Burgos (0-1) y porque Las Palmas, que no se jugaba nada, les echó una mano, pero al cuello, en la penúltima jornada en el Insular ante el Rayo (los vallecanos les metieron nada más que seis ante una afición dividida).
En la eliminatoria por subir les tocó el Real Betis, que tenía un equipo lleno de estrellas (Pumpido, Calderé, López Ufarte, Chano, Poli Rincón…) pero que vivía inmerso en uno de sus caos cíclicos que les había hecho quedar en la cola de Primera. El ambiente previo no fue precisamente idílico en Santa Cruz, porque una discusión por las primas por subir terminó con la marcha de los jugadores del hotel de concentración tinerfeñista. No pareció afectarles mucho, toda vez que el ascenso lo resolvieron en la ida con un contundente 4-0 (dos de Rommel, El Ghareff y Julio en propia puerta). La vuelta apenas sirvió para que los béticos se dedicaran a dar muchas patadas de frustración y a ganar amargamente con un gol del luego blanquiazul Chano. El Tenerife había tardado 27 años en retornar a Primera.
El ascenso dejó, de paso, una emotiva entrevista de Maite Castro en Radio Club Tenerife a Rommel Fernández, a quien puso en comunicación con su familia en Panamá. El nueve, entre lágrimas, no paraba de repetir: “Mamá, ya subimos”. Cuentan que la modestia de aquel equipo se notaba en detalles como que era el propio Javier Pérez el que hacía las veces de Delegado de las expediciones en momentos puntuales repartiendo los billetes de avión entre los jugadores.

Así empezó el sueño del Eurotete, que luego tuvo que sufrir una promoción ante el Dépor (la saldó con un gol de Edu Ramos a pase del Chapi Ferrer) antes de quitarle dos Ligas al Madrid (la mítica frase de Valdano: “No salimos a cuidar intereses ajenos, sino a cuidar la alegría de la gente de la isla por el fútbol”) y de asombrar a Europa a base de garra (como la eliminatoria ante el Auxerre que terminó con Agustín lesionado y Pier de portero), de corazón (eliminando a domicilio a Olympiacos o Feyenoord) o de, por supuesto, exhibiciones de buen fútbol (la más recordada, el 5-3 a la Lazio).
Un equipo que, tal vez, alcanzara el cénit el 3 de enero de 1993 en un duelo ante el Sevilla. Esa tarde, en el Heliodoro, se enfrentaron Valdano contra Bilardo. Maradona contra Redondo. Un cóctel explosivo que derivó en una colisión de hadrones: el Tenerife ganó 3-0 (dos de Pizzi y uno de Dertycia), Maradona fue expulsado por González Lecue y Bilardo se negó a contestar a la prensa tras la derrota (esto no era inusual). Probablemente los aficionados más añejos del Tete se acordarán con tanta nostalgia de todo esto que a algunos les parecerá mentira que sucediera.
Es la historia no tan lejana de nuestro rival el domingo. Como para no tenerle respeto.
Para ver más: