La gesta en Copa y Recopa del Castilla del 80

El 4 de junio de 1980 se produjo un hecho doblemente histórico para el fútbol español. Por cuarta vez un equipo que no era de la máxima categoría llegaba a la final de la Copa del Rey (incluyendo cuando era la de la República y la del “Generalísimo” únicamente el Betis en el 31, el Sabadell en el 35 y el Racing de Ferrol en el 39 lo lograron) y por primera ocasión –y última- un filial alcanzaba tal honor. Para colmo, ese equipo B –el Castilla– disputaba aquella final ante su club nodriza –el Real Madrid-. Y en el Bernabéu.

A aquel Castilla lo entrenaba Juan José García, Juanjo. Un técnico modesto que había conseguido el cargo ese mismo año en dura pugna con Amancio, Sanchís y Grosso, entre otros. Juanjo apenas tenía entonces 35 años y cuatro antes trabajaba como empleado de banca después de haber tenido que dejar la práctica activa del fútbol por una lesión a los 26.

Castilla 79-80
Foto de AS Color del Castilla 79-80 (Todocoleccion.net)

 

Contaba aquel Castilla con una plantilla con nombres que luego harían carrera con mayor o menor fortuna en el fútbol español. El portero era Agustín, quien se tiraría diez años en el primer equipo antes de ayudar al Tenerife a quitarle un par de Ligas a sus ex compañeros. El lateral diestro era Casimiro (luego Logroñés y Elche entre otros), el zurdo Espinosa (Sporting y Celta) y los centrales habituales Castañeda (eterno del Osasuna luego) y quien fuera capitán del Real Murcía el rubio Pérez García. El centro del campo lo dominaba con mucha clase Ricardo Gallego, 42 veces internacional absoluto después. Le escoltaban Miguel Bernal (Racing y Mallorca, entre otros) y Ricardo Álvarez (Hércules y Racing). En ataque su artillero era Paco Machín (luego Betis y Elche), pero la clase la ponían Paco Pineda (quien contó con minutos el año siguiente en la final de Copa de Europa que el Madrid perdió ante el Liverpool) y Cidón (más tarde fue al Racing).

Con ese once base fue manteniendo el pulso en la Liga –apenas perdió dos partidos en Chamartín y fue ante Valladolid y Murcia, dos de los que subirían al final- y eliminando rivales en Copa. En las eliminatorias previas se deshizo de Extremadura, Alcorcón y Racing de Santander y, a partir de dieciseisavos, comenzó a competir como un titán ante Primeras. Al Hércules le remontó un 4-1 y luego se cargó al mismísimo Athletic Club (0-0 en su feudo y 1-2 en San Mamés, con dos goles de Pineda). La Federación Española no veía con buenos ojos ya por aquel entonces la presencia de los filiales, y separaba las bolas de Madrid y Castilla para evitar el bochorno de que se cruzaran.

Final Copa
Jugadores de Madrid y Castilla posan con el trofeo después de la final (RTVE.es)

 

Pero nadie les detuvo. Ya en cuartos remontó un 2-1 a la Real Sociedad (2-0). Cabe recordar que por aquel entonces Real y Athletic eran los dos grandes rivales del Real Madrid en la Liga. En semifinales, el 22 de mayo cayó el Sporting de Quini 4-1 (Paco, Sánchez Lorenzo, Cidón y Gallego) en el Bernabéu ante el delirio de una afición que se frotaba los ojos con las remontadas de sus chavales –en El Molinón habían perdido 2-0-. Novoa, técnico de los asturianos, confesó: “nos han sorprendido con su rápido primer gol y cuando nos hemos dado cuenta ya estábamos 3-0”. Concretamente en el minuto 36, los cerca de 80.000 espectadores que acudieron a ver a su filial ya habían vibrado tres veces. Al día siguiente, el orgasmo del madridismo debió ser total tras vencer por penaltis en la otra semifinal el primer equipo –que tuvo un camino notablemente más sencillo hasta ese punto– al Atlético.

Así que el 4 de junio se vieron frente a frente el Real Madrid, de blanco, frente al Castilla, de morado. En la previa de ese duelo, Alfredo Relaño dejó escrito en El País que las actuaciones de aquel grupo de chavales “han llegado a incomodar a los responsables del primer equipo, porque las comparaciones no siempre le dejan en buen lugar. El día que el Castilla goleó al Spórting y se clasificó para la final, muchos comentaban que hacía demasiado tiempo que el Madrid no jugaba tan bien”.

Cross goal
El árbitro Keizer señala el centro del campo tras colar Cross el quinto en un vacío Upton Park (Daily Mail)

 

Sin embargo, en la final de un solo color no hubo color. Los Pirri, Camacho, Stielike, Juanito, Santillana y compañía arrasaron a su rival como si Saturno se estuviera devorando a su hijo. 6-1 (Juanito, Santillana, Sabido, Del Bosque, García Hernández y Juanito de nuevo de penalti marcaron para el Madrid y Álvarez para el Castilla). En la crónica de ABC se cuenta que hubo una parte del graderío que se posicionó claramente con su filial y que “quizá por instinto, quizá por cálculo”, el Madrid grande dio su mejor versión para postergar el relevo generacional. Pirri alzó la Copa luego y todos fueron tan amigos sobre el verde.

La historia le regaló al Castilla una experiencia única al año siguiente. Como quiera que el Madrid había ganado la Liga, el filial tuvo que disputar la Recopa en la 80-81. Le tocó en primera ronda medirse al representante inglés, el West Ham, que también militaba en Segunda. En la ida en el Bernabéu el rejuvenecido equipo de Juanjo –donde ya estaban, por ejemplo, Salguero y Chendo– fue capaz de meterle un contundente 3-1 (Cidón, Paco y Balín).Fue un partido dramático por el incívico comportamiento de los hooligans quienes, ebrios, se dedicaron a orinar desde su ubicación en el Anfiteatro del Bernabéu sobre las cabezas de los ocupantes de la Preferencia. Además, como contó El País, “antes y después del encuentro hubo en la calle importantes incidentes, entre ellos uno especialmente trágico cuando un hincha inglés fue atropellado por un autobús a la salida del campo, y falleció de resultas del atropello”.

Así que, el Castilla conoció –y fue pionero en la historia en eso– lo que es jugar un partido europeo a puerta cerrada. Tal fue el castigo que la UEFA le aplicó al campo de Upton Park del West Ham por lo sucedido en Madrid. No le fue bien a los blancos esa vuelta, porque tres tantos de Cross –los dos últimos ya en la prórroga– remontaron la eliminatoria y terminaron con el sueño de los canteranos.

El técnico que consiguió aquel milagro falleció demasiado pronto y con las botas puestas. Un infarto le quitó la vida a Juanjo después de ascender a la Cultural Leonesa a Segunda B en mayo del 87. Tenía 41 años. Nunca llegó a dirigir un partido de Primera.

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