Alfaguara acaba de sacar a las librerías –justo hace una semana- la última novela de Arturo Pérez Reverte, ‘Hombres Buenos’. En sus 592 páginas se narra la aventura –basada en hechos reales- de Hermógenes Molina y del Almirante Pedro Zárate, dos miembros de la Real Academia que recibieron, a finales del siglo XVIII la misión de hacerse en París con un ejemplar de la Biblia de los ilustrados: La Enciclopia de Diderot y D’Alembert, prohibida en España.
Pérez Reverte nos traslada a la España de Carlos III, probablemente el más inteligente y preclaro de los Borbones. Un monarca que fue hasta revolucionario para su época y supo rodearse de gente capaz como el francófilo Zenón de Somadevilla, Marqués de la Ensenada, y su contrapunto José de Carvajal, más anglófilo. La acción se centra en el París prerrevolucionario en el que coincidieron Benjamin Franklin, Marat, Montesquieu… y en el que el propio Reverte, usando un trasunto, se imagina y retrata.
La novela, como todas las del escritor cartagenero, tiene un mensaje de nostalgia y reproche a los viejos poderes que frenaron (y siguen haciéndolo) el despegue de España. A esos dos hombres buenos protagonistas se les oponen otros hombres nefastos: mercenarios, representantes de la Iglesia y de la rancia aristocracia.
Es, en definitiva, la lucha del progreso contra el atraso. De la cultura contra la mediocridad y la supersitición. De, en suma, la libertad contra la tiranía. Hoy, día en el que en 1812 se cantó a la libertad en Cádiz, es buen día para comenzar a leerlo.