Mi crónica: Para no olvidar (2-0)

El latiguillo demoniaco –ignoro a esta hora si lo habrán expuesto los responsables- que se suele escuchar al término de partidos como el de este domingo en Zorrilla suele ser lo de “hay que olvidarlo cuanto antes”. No hay lectura más envenenada ni actitud más errónea. Lo que hizo el Córdoba ante el Real Valladolid debe ser motivo de reflexión y de sesudo análisis. Un equipo que aspira a subir a Primera no puede acumular tantos pecados en tan poco tiempo. Independientemente de su posición y de sus circunstancias.

Apenas fueron tres los cambios con respecto al once que ganó en Almería, pero todos parecían diferentes en el inicio. Un espejismo en forma de tempranero disparo de Andone dio paso a una sucesión de errores en cadena que permitieron que Manu del Moral –ayudado también de la fortuna en un rebote– consiguiera el 1-0. Una vez más, un jugador galopaba sin oposición en la zona de medios –como Álex Moreno en Elche o Néstor Salinas en El Arcángel-. Otra vez, fuera de casa, el Córdoba nadaba contra corriente.

Pero esta vez, no dio ni una brazada. Superados en todos los conceptos –colocación, intensidad, fuerza, empuje, inteligencia y precisión-, los profesionales cordobesistas parecían peleles ante las botas de los Mojica, del Moral, Rodri y compañía. En el 10’, una falta lanzada por Mojica –que no era tal, por cierto– es sacada in extremis por Razak en la misma línea y remachada por Marcelo Silva. La barrera fue tan permeable que casi mejor que no hubiera estado (Fidel-Nando eran sus integrantes). Los defensores se quedaron parados esperando el rechazo.

José Zorrilla

El panorama era desalentador y el equipo local era el único que porfiaba por hacer más sangre. Para colmo, un extrañamente desorientado Fidel parecía buscar una tarjeta que le impidiera jugar ante el Leganés, objetivo que sí consiguió Xisco con una mano absurda al borde del descanso.

Sólo quedaba esperar un milagro. Y el milagro llegó, salvo que éste fue que Razak no encajara una goleada. Entró Caballero ( su vuelta fue tal vez la única buena noticia de este día aciago) por un ineficaz Luso y, por unos instantes, el Córdoba pareció mejorar algo. Fue otro espejismo. El Valladolid debió haber goleado si sus delanteros no hubieran sido tan generosos –Juan Villar especialmente- o si Razak –el mejor del partido- no hubiera estado brillante. Casi de manera decorativa (como si el estropicio tuviera  un alivio estético), Andone y Fidel dispusieron de dos ocasiones que desbarató bien Kepa. Y ya está.

El balance que se vio en el Zorrilla fue el de un equipo superado por las bandas, por el centro y sin moral ni intensidad como para salir a la contra. Justo todo lo que, especialmente lo último, ha permitido al Córdoba estar segundo.

Ahora saltará el debate de si conviene fichar. Convenía antes y conviene igual ahora. Puede pasar como la anécdota de Guerrita, ahora que está tan de moda hablar de toros por estos lares. El torero le dijo al dueño de la plaza una vez la cantidad que quería cobrar y éste –como le parecía excesiva- dijo que iba a pagarle esa cantidad… “y un jamón”. Al final, viendo el empresario que la figura del maestro era imprescindible le quiso pagar lo estipulado y el genial Guerrita le dijo que no iba a firmar mientras no le pusiera delante también el jamón con el que le respondió. Que Oltra vaya preparando el cuchillo para cortar finas lonchas.

JUGARON

POR EL REAL VALLADOLID Kepa, Moyano, Marcelo Silva, Juanpe, Hermoso, Álvaro Rubio (Tiba, 79′), André Leao, Villar, Del Moral (Renella, 72′), Mojica y Rodri (Diego Rubio, 83.

POR EL CÓRDOBA Razak, Dalmau, Héctor Rodas, Deivid, Gálvez, Luso (Caballero, 45′), Víctor Pérez (Markovic, 69′), Fidel, Nando, Florin y Xisco (Raúl de Tomás, 61′).

ÁRBITRO: Medié Jiménez (catalán) que amonestó a Cisma (44’) y Xisco (46′), por parte del Córdoba, y a Moyano (50′) por el Valladolid.

GOLES: 1-0: Manu del Moral (4’); 2-0: Marcelo Silva (11′)

INCIDENCIAS: José Zorrilla, unos 9.000 espectadores.

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