Será la lucha del estrépito contra el silencio. La de un equipo al que le impusieron la necesidad de subir ante otro que nunca dirá su reto para no tenerlo que cumplir. El Córdoba, históricamente, es un club de vaivenes; el Numancia, un modelo de gestión que ya acumula dieciocho años consecutivos en el fútbol profesional (atesorando tres ascensos a Primera). Nunca se hace ruido en Soria. Y casi nunca fallan.
Ha de ser un partido bonito si lo miramos con las gafas de Segunda. Un rival clásico, entrenado por un señor como Arrasate con pasado reciente en la élite y que ha empezado con tanta fuerza que no ha perdido aún. Un detalle curioso: de los trece goles que ha colado, nueve los hizo en los dos primeros choques. Cuando no puede ganar, tiene recursos para apurar la ley de mínimos. Sabe sufrir y no le temblarán las piernas ante el Córdoba. Además, tiene recursos en ambas áreas: Óscar Díaz, los hermanos Valcarce, Concha, Gaztañaga… Mezcla de juventud –más- y algo de experiencia.
Quieren desde los despachos del Arenal que el partido sea una fiesta, pero Oltra huye de la euforia con sabiduría. Que el campo esté lleno no les va a hacer ganar. Lo sabe y lo recalcó en la rueda de prensa previa. Contaba el valenciano para hacer la convocatoria con todos los disponibles por vez primera en la temporada y no sorprendió a nadie dejando fuera de la lista a Dalmau y Arturo. Y no parece probable que su once se salga de los pronósticos de casi todos los medios. Razak volverá al arco, Héctor Rodas al centro de la defensa y Andone acompañará a Xisco en ataque. Las dudan están en si será Luso o Gálvez quien acompañe a Markovic en el doble pivote y en si volverá a confiar en Fidel en el costado siniestro o devolverá la plaza a Nando. Ojo con las bandas del Numancia. Y ojo, en ese mismo sentido, a las ayudas de nuestros interiores en los dos sentidos del juego.
Y atento, si es usted lector cordobesista de rancio abolengo, al exceso de confianza. Ver El Arcángel a reventar puede llevar a la relajación a la grada. Es más, el pasotismo de los advenedizos puede contagiar de cierta complacencia a los más veteranos. Que no suceda, porque se comenzaría a andar por el camino de la impaciencia que conduce al puerto de los pitos. Vamos, siendo prosaicos: que los comepipas no le ganen el terreno. Al campo del Córdoba se va a sentir, a transmitir, a apoyar… y a exigir al final si lo ofrecido por los profesionales no es de recibo.
Pero si se encuentra con alguien que piense que va a una fiesta, ágüesela por adelantado.