El fúrgol es así
Cada uno de nosotros la pintó de muchos colores. Cuatro décadas configurando un escenario soñado. Un momento. Un lugar. Regresar a Primera era una obsesión para varias generaciones de aficionados del Córdoba… y resulta que era justamente esto.

Alcanzas la élite y el calendario te obliga a jugar partidos de Copa en tu casa sin que tu público te pueda ver porque le tapa una niebla como puré de guisantes; cuando te mides a Madrid y Barça para los medios nacionales te conviertes en un sparring sin ninguna relevancia salvo para resaltar lo mucho que quieren en tu ciudad a los equipos de las grandes urbes; un jugador –porque CR7 a pesar de su nombre robótico juega muy bien al fútbol- puede menospreciarte enseñoreándose de su pecho dorado con la anuencia de ciertas cadenas que encima resaltarán que la culpa de todo la tiene Yoko Ono o el que asó la manteca (y luego, claro, los comités le exoneran de responsabilidad para centrarse en fiscalizar a un público que apenas puede emitir sonidos durante los noventa minutos por temor al Gran Hermano tebasiano); un jugador le puede tirar una bota a un auxiliar y quedar libre de castigo por falta de acierto; puedes ir a Vigo y que te arbitre (ay) uno de los Teixeira Vitienes; que entre los dirigentes de TU Liga y TU Federación se tiren los trastos con el del CSD como juez y parte para acaparar más esferas de poder político (parafraseo a los ahora tristemente célebres Chunguitos: antes prefiero la muerte que vivir con ambos); o que las televisiones –únicas amas de todo este tinglado- te citen a un partido un lunes a las 22:00 o un juernes a las 26:78 para que te vean los chinos.
Con el fútbol español se sabe de dónde se viene, pero desde luego no hacia dónde se va. El esperpento del sábado no fue sino una circunstancia más. Una desgracia que le puede pasar al Córdoba o a casi cualquier club de este desaguisado de intereses económicos y desinterés hacia los aficionados gestionado por gente que no sabe ni pronunciar el deporte que teóricamente aman. Será que les reconcome la conciencia al hacerlo. El fúrgol español es así.